martes, 7 de mayo de 2024

Diseño Social y el Tejido en la Comuna 13

 

¿A través de cuales dispositivos conceptuales, de qué desafíos del pensamiento puedo crear, impactar interpretativamente la realidad sin tomar como punto de partida lo común?

Con aquella duda me emprendí en un viaje de auto cuestionarme las dinámicas que me rodeaban y de las que el diseño industrial puede ser parte. La aplicación de métodos del diseño para la apropiación del conocimiento, la memoria colectiva y el patrimonio material e inmaterial del pais algo que es propio de las ciencias humanas pero que, como diseñadores, podemos cambiar modelos tradicionales del pensamiento y humanizar la tecnología.

Ahora bien, trayendo a colación la pregunta inicial que me movilizó en este recorrido del pensamiento, cuando hago acotación a lo común me refiero particularmente a lo que caracteriza a mi territorio a nivel internacional, a la etiqueta otorgada años atrás por los comercializadores de identidades, a el Graffitour. Nací y crecí en la Comuna 13 – San Javier de Medellín, Colombia. Uno de los territorios más famosos alrededor del mundo debido a su significante de “resiliente” frente a los embates de la violencia (un tema que no profundizaré acá) que dio como resultado un tour de graffiti y muralismo en un pequeño sector de la comuna.

Mural Kokó por Daniela Velasquez (La Crespa). Fuente: Juan José Arango


Entonces, era mi deseo no merodear por los campos conocidos, no por el camino pavimentado por el que suele pasar la mayoría de la población sino por la trocha, por ese trasegar angosto y escusado por el que nadie suele pasar. Y así, poder observar con otros ojos las miradas de lo que para mí, era desconocido a la vez que deslumbrante, despertando un pensamiento original al margen de lo obvio.

En aquel recorrido me encontré con Graciela Mejía, una lideresa de la Comuna 13 que realiza toda su gestión en el barrio Pradera Alta uno de los treinta y cuatro barrios que conforman la comuna. Ella lleva un proceso muy bello a la vez que interesante, sobre unos talleres de tejido con un grupo de mujeres perteneciente al territorio. Me inquietó saber que aquellas mujeres, aun en épocas de la digitalización de los espacios, como sucede con la redes sociales digitales, tengan la disposición de asistir con la mejor de las actitudes a un encuentro para tejer. Más aún, ver que había mujeres jóvenes en este común encuentro.

Lideresa Graciela Mejía en taller de tejido. Fuente: Propia


Fue entonces cuando recordé una lectura de Platón, el filosofo griego tan poco admirado en nuestros tiempos, sobre el arte de tejer como paradigma del buen político en el dialogo del “Político” en donde Platón clama que un buen gobernante debe tener técnica como las tejedoras para tejer. Lo anterior me sorprende en la medida de lo acertado que es, puesto que, un dirigente político está determinado por su técnica de saber tejer el tejido social. Pasar de lo más sencillo y elemental a lo más grande y complejo, como sucede con el tejido, cuando ves como una aguja con un hilo pasa sobre una pequeña “o” para luego formar un nudo, acción repetitiva que nos va llevando a una serie de nudos que terminan siendo una red coordinada que forma un objeto atractivo a las miradas de la humanidad. Pero, ojo, que hay que tener una buena técnica para que esos nudos no se despilfarren por desidia y termine aquello siendo un embrollo de hilos sin sentido alguno, un enredo.

Así pues, la analogía comienza a tomar sentido cuando entendemos que el gobernante debe trabajar el material humano siguiendo el criterio del justo procedimiento, el tejido social solo podrá ser trenzado si este dispone de los ciudadanos adecuados para confeccionar la trama. Las buenas herramientas juegan un papel fundamental en el resultado, ahí es donde interviene el ojo crítico del gobernante para seleccionar el material adecuado para el oficio, además de contar con un buen capital para hacer la inversión que corresponda. Es allí, entonces, cuando mi mente comienza a contemplar la dinámica desde la aplicación del método del diseño, con la idea de cómo el objeto humaniza. Apareciendo ahí la trascendencia de las cosas con relación a la conciencia y de la conciencia con relación a las cosas.

Taller de tejido en el barrio Pradera Alta. Fuente: Propia.


La trascendencia es algo que se crea entorno al ser y al tiempo “el ser humano es formador del mundo” como lo estipuló Heidegger, sin embargo esto es posible gracias a un mediador, el objeto. Gracias a él, la humanidad se coloca en una posición en el mundo, como algo dotado de diferencia, pues esta misma llega como un acontecimiento de la trascendencia la cual es posibilitada por el objeto mismo. Es entonces cuando el objeto y la idea de él, el diseño, se pone al servicio de las problemáticas que se dan en las comunidades, sin importar que tan superficiales o no sean estas.

Ahora bien, poniendo lo anterior en situaciones más reales, como por ejemplo, los talleres de tejido de la Comuna 13. Las mujeres de este territorio están en un periodo de trascendencia, podría decirse espiritual, de discernimiento, social, interpersonal, etc; pero es un momento de transformación alrededor del tejido. Y acá me veo en la necesidad de hacer mención de los míticos relatos griegos donde el tejer ocupa un lugar más enérgico y alegórico, al que se dedicaban diosas y mujeres tan poderosas como Atenea, cuando usa este arte en la construcción de la pérfida Pandora, o Penélope en la Odisea donde su técnica de tejido le regala la oportunidad de urdir un plan para posponer un compromiso matrimonial, así mismo con Calipso que ha sido retratada tejiendo mientras retiene a Odiseo a su lado, de igual manera con Circe y Helena. En estos relatos,  el tejido se vuelve un objeto transformador de la historia, un indicador de que las acciones trascienden a otro nivel dándole un peso simbólico al desenlace de la misma.

Amigurumi hecho por Zaida Soto, participante del taller de tejido. Fuente: Propia.


Es ahí donde un diseñador puede establecer significancias más poderosas que solo la viabilidad estética y la capacidad de comercialización de un objeto, y esto sin prescindir de la importancia que lo anterior representa para el mismo, solo que es menester replantearse las formas de afrontar el diseño industrial para las comunidades actuales y reales que existen en todos los territorios. Todo ello requiere de un cambio en las estrategias que se suelen explorar en los escenarios académicos donde se vinculen más, a los estudiantes con las realidades del pais.

A lo que voy es que, las mujeres que ahora están en los talleres de tejido en la Comuna 13, están produciendo rupturas en los ordenes establecidos mentalmente en sus dinámicas personales, a los que ellas mismas hacen reconocimientos consientes o inconscientes cada que se les cuestiona sobre la importancia de mantener aquellos espacios de terapia ocupacional, usualmente mal llamados “hacer manualidades”, donde reafirman tener ciertas devoluciones de dignidades perdidas y sienten que pueden dejar una huella a través de la construcción del tejido, sea un amigurumi[1], un bolso, una cobija, o sea el objeto que sea, sienten una trascendencia por medio del mismo. Una característica importante que tiene el objeto, es la inmanencia, conectando a las mujeres con un proyecto de vida.

En resumen, el diseño tiene la capacidad de resignificar la vida por medio de los objetos y dignificar a quienes hacen uso de ellos. Es importante resaltar la necesidad de sembrar en todas las generaciones de diseñadores industriales las competencias capaces de generar un impacto social enalteciendo el empleo, la educación, la salud pública, un habitad domestico seguro para las mujeres, el cuidado ambiental, protección del patrimonio material e inmaterial de las comunidades y el acceso tecnológico a las regiones menos favorecidas. Todo lo anterior requiere compromisos solidos entre la academia y los territorios para afrontar los retos que brotan o se han sostenido en la historia a través de los años.


Artículo escrito por Alba Vergara F. 

Mayo 07 del 2024. Medellín, Colombia.

 

REFERENCIAS

Bastidas Pérez, A., & Martínez, H. (2020, diciembre). Diseño Social en el programa de Diseño Industrial. Actas de Diseño, 32, 74-79. ISSN 1850-2032.

Bataille, G. (1991). El objeto humaniza. En (Editor del libro), Título del libro (págs. 328-340). Editora.

Casadesús Bordoy, F. (2010). El arte de tejer como paradigma del buen político en Platón. Revista Internacional de Filosofía, Suplemento 3, 9-18. ISSN: 1130-0507.

Lutereau, L. [lucianolutereau]. (2024, febrero 25). Contenido del post. Instagram. https://www.instagram.com/p/C3xPnUUusux/?igsh=ajV6eDRpbWdnNjd1

 



[1] Un amigurumi es una forma de arte japonesa que consiste en tejer o tejer a crochet pequeños muñecos o juguetes de lana o hilo.

viernes, 12 de abril de 2024

 

LA SEÑORA

Estrecha sus muslos mientras siente el clamor del deseo y sus jugos comienzan a hervir en las profundidades de su íntimo.

Debajo de su vestido, con fuerza, ahoga la perla frotando y llegando. Sus ojos se concentran e imagina “Oh, el sonido de aquellos huesos”

La liberación de ella al culminar con el deceso de la paloma a la que el gato le troncha el cuello y devora con plena satisfacción.

Ilustración propia


jueves, 11 de abril de 2024

Una voz de mujer que pinta las memorias.

 

El graffiti, por lo general, es un indicador de actitudes, comportamientos y procesos sociales que puede reflejar la identidad de las comunidades, integrándose así, a las dimensiones simbólicas de la vida urbana (LEY & CYBRIWSKY, 1974). Esto quiere decir que, el graffiti es un artefacto y/o una herramienta muy impórtate en el desarrollo de los grupos humanos ya que contiene una carga simbólica sobre el contexto social que viven aquellas comunidades y que ejerce un rol retroalimentador que enriquece la memoria colectiva de quienes las habitan y nutren la perspectiva de quienes no hacen parte de ellas, o sea, hace el papel de hablador estructural.

La subcultura del grafitti ha sido a través de la historia y a nivel mundial, un repositorio de la memoria colectiva y más significativamente para delimitar los territorios. Con lo anterior, los grupos sociales pueden señalar el dominio y crecimiento territorial, su modus operandi y, en algunas ocasiones, definir los espacios (sean estos de grandes o pequeñas dimensiones) como propios, además permite mantener un nivel más alto de control social.

En Colombia, un país conocido por su conflicto armado interno y los carteles de la droga, el graffiti fue un instrumento que utilizaron los diferentes grupos armados al margen de la ley para dar a conocer el contexto político y social que atravesaba el país, además de las gobernanzas en los territorios.

Sin embargo, la escena artística en el país también se apropió del graffiti como arte, realzando todas las facetas de la vida, dándole un nuevo análisis a su desarrollo con ayuda de instituciones culturales y del ámbito artístico local.  Es por ello que se torna de carácter urgente, en las actuales dinámicas de Colombia, estudiar la producción artística con el fin de arrojar temas claves sobre la historia contemporánea y de esta manera aportar a la conservación del patrimonio material e inmaterial del país.

La cultura popular, por medio del activismo y las tensiones en los imaginarios de la altas esferas sociales establecen vínculos críticos en torno a los asuntos de la mutación del “arte político” como una táctica estatal de la memoria. En la década de los 80’s el arte se manifestó entorno a estas dinámicas del conflicto armado haciendo que en Colombia se conforme una fuerte vertiente pictórica y se dé una de las transformaciones más fuertes a nivel cultural, además gracias a la negociación con el grupo guerrillero M-19, donde se convocó a una Asamblea Nacional Constituyente en la que se declara a Colombia como un país multiétnico y multicultural, muchos artistas produjeron, en la época, importantes obras para la historia del arte contemporáneo colombiano, como por ejemplo la obra de Beatriz González “Los Papagayos”[1]

Otro referente es la artista Carolina Caycedo, la cual se enfrenta a las instituciones de poder desde una posición de resistencia, contra una sociedad patriarcal, el capitalismo global y el poder político. Con obras como El Museo de la Calle, Caycedo se desplaza al espacio público y allí truequea objetos de las personas de a pie, en donde la obra actual mutaba y se enriquecía a partir de la interacción con la calle y sus habitantes.

Es allí, en la calle, donde se dan las más grandes resistencias contra la violencia en Medellín, una ciudad que, a pesar de estar señalada a nivel mundial por las históricas acciones del narcotráfico y su guerra intraurbana, ella se sigue posicionando en los últimos años como una ciudad resiliente a través del arte, resaltando más que todo a la Comuna 13 y el graffiti como transformación desde la cultura colectiva a una expresión “manufacturada” y testimonio de movilización social (Cadavid, 2013)

Es por esto que Daniela Velásquez Cortes más conocida como “La Crespa”, una graffitera de la Comuna 13, concibe que el arte debe de estar a disposición de las comunidades.

“Las acciones comunales y algunos líderes tienen la organización de los espacios de los graffitis y los murales, y en algunas ocasiones los disponen para publicidad. En este caso (señala uno de sus murales) el que tenía el espacio me dice ‘No hágale, cójalo y haga algo suyo’ pero así yo haga algo mío no me parece bien hacer solo algo mío, o sea, poner solo Crespa y ya, no. Sino algo que le aporte al GraffiTour y a la comunidad.”[2]

Autor: Daniela Velásquez Cortes
Mural: Intuición por Daniela Velásquez Cortes
Fotografía por: Juan José Arango


Si bien, cuando se habla de comunidad implica referenciarse a quienes habitan un entorno, es decir, a quienes en común construyen un hábitat, por ende, la memoria colectiva da cuenta de la reconstrucción del pasado de los grupos humanos, sus raíces, su cotidianidad, sus creencias, sus ausencias y sus conflictos, con el fin de edificar una identidad (Halbwachs, 1950). A eso se refiere La Crespa, el individuo no es el que crea el lenguaje o los medios de comunicación sino, este mismo pero en comunidad. Por lo tanto, el ser humano para referenciarse al pasado debe recurrir a los recuerdos de quienes también habitan o habitaron su entorno.

“El graffiti como tal, es una herramienta muy fuerte para la construcción de paz, porque expresa mensajes políticos y algunas veces expresa lo que la gente no quiere ver y escuchar. También aporta a que limpia y embellece el paisaje y hace que haya espacios que puedan sentirse más seguros y habitados para personas que se sienten vulneradas.”[3]

Esto último tiene un gran aporte, así no se crea, en el refuerzo de la paz para los territorios. Los espacios desordenados y sucios son concebidos en estado de abandono, por tal motivo, cuando un barrio tolera el desorden, no tiene un control sobre las basuras y las calles están sucias puede producir un ambiente propicio para el crimen. Según varios estudios, los criminales podrían advertir que no serán denunciados y que nadie está a cargo de la comunidad, de esa manera “el barrio se percibe más indefenso” (Ceraiti, 2015)

Entonces, es posible discernir dos estados del colectivos al recorrer la historia de los territorios, siempre se ha de topar, en el primer caso, con el referente individual y luego, sobre el terreno, comienza a emerger el sentido colectivo. Como pasa con La Crespa y su sobrenombre.

“Mi sobrenombre viene de cuando comencé a usar redes…me parecía que Daniela es un nombre muy común…pensé en algo que me diferenciara cuando pintara en la calle y empecé a hacer graffiti con aerosol…entonces, algo que me diferencia y me caracteriza, es mi cabello. Porque, por ejemplo en el colegio me hacían bullying[4] por mi cabello, me decían Rey León, despelucada, etc…pero me gusta tener mi cabello así, libre. Entonces es mi símbolo de rebeldía.”[5]

Allí se pueden percibir las redes de significación en la cultura que se van estableciendo con las prácticas y a través del tiempo en diferentes espacios, en este caso, en los colegios. El rechazo sucede cuando una mujer decide desafiar una sociedad machista, como lo es la antiqueña, y salirse del modelo machista de feminidad hegemónica que se ha establecido (mujer blanca de cabello lacio, de color negro, de senos grandes y caderas prominentes) y que centra a las mujeres en sus roles y funciones reproductivas.

“Las mujeres acá están muy cosificadas y uno si siente la presión, por ejemplo, si uno se vuelve un referente y a veces hay muchos registros y también a la hora de cerrar contratos, entonces tu apariencia física influye en las mentes de las personas, todo entra por los ojos.”[6]

Es por esto que se requieren las transformaciones casuales y materiales del entorno para, de esa manera, aquellas puedan ser posibles y durables con el tiempo y esto lo permite el graffiti

“La presentación personal sí es importante, pero otra cosa es cuando te cosifican…yo pienso que me puedo aprovechar de algunos atributos [sin estereotipos] que tengo para influenciar positivamente en los contratos.”

Muchas veces se subestima el papel de la materialidad artística (como lo es el graffiti y el muralismo) en la composición de la cultura. Estos dispositivos artificiales que conforman el entorno, con todos aquellos elementos simbólicos, intervienen fuertemente en las prácticas culturales anclándose allí permitiendo su interacción permanente. De esta manera, referentes artísticos como lo es La Crespa permite reforzar el tejido social y económico empoderando a las mujeres.

Todas las expresiones de resistencia que proclaman la irreverencia son relevantes, precisamente para esquivar el entumecimiento de las mentes. Aun sabiendo que las mutaciones sociales positivas no podrán ser vistas de forma inmediata, resonaran en las generaciones venideras si no se dan por vencidas. Las concepciones del mundo serán replanteadas en las mentes de los infantes, para que sean agentes de cambios significativos y favorables para todas las formas de vida y el eco de una voz de mujer se pinte en sus memorias.



[1] Beatriz Gonzáles Aranda artista, historiadora y crítica de arte colombina. Su obra Los Papagayos de 1987. Óleo sobre papel. Un retrato colectivo de políticos corruptos. www.efe.com

[2] Relato de La Crespa, graffitera de la Comuna 13, en una entrevista realizada en Las Independencias I, Nodo 2 de la comuna. El 27 de junio de 2023, mientras se hablaba sobre el gaffiti en el territorio.

[3] Relato de La Crespa, graffitera de la Comuna 13, en una entrevista realizada en Las Independencias I, Nodo 2 de la comuna. El 27 de junio de 2023, mientras se hablaba sobre el gaffiti en el territorio

[4] La palabra bullying deriva del inglés y se puede traducir al español como ‘acoso escolar’ o ‘intimidación’

[5] Relato de La Crespa, graffitera de la Comuna 13, en una entrevista realizada en Las Independencias I, Nodo 2 de la comuna. El 27 de junio de 2023, mientras se hablaba sobre el gaffiti en el territorio

[6] Relato de La Crespa, graffitera de la Comuna 13, en una entrevista realizada en Las Independencias I, Nodo 2 de la comuna. El 27 de junio de 2023, mientras se hablaba sobre el gaffiti en el territorio

Diseño Social y el Tejido en la Comuna 13

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